12 May Prevención versus Terapia. El gran avance del siglo actual

Artículo de Natalia de la Figuera – Cofundadora y COO de GENESIS Biomed
• El actual siglo XXI se recordará por el paso de una medicina centrada en el tratamiento hacia una orientada a la prevención.
• Uno de los principales instrumentos empleados en la medicina preventiva es el uso de las vacunas.
• El cribado poblacional y la genética predictiva permiten identificar precozmente enfermedades o factores de riesgo.
• La recogida masiva de datos acelerada por la digitalización de la salud, así como la inteligencia artificial se están convirtiendo en un pilar esencial para la prevención.
Durante gran parte del siglo XX, la medicina se centró en el tratamiento de enfermedades una vez estas habían aparecido. Gracias a los avances en cirugía, farmacología y terapia intensiva cambiaron radicalmente la esperanza de vida y la calidad de los cuidados. En cambio, en el siglo XXI estamos presenciando un giro estratégico hacia la prevención. Los avances en medicina conjuntamente con la integración de tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial están haciendo posible lo que antes era impensable: prevenir. Esta transformación no solo implica una nueva visión de la salud, sino también una revolución tecnológica y científica.
Además la prevención ofrece beneficios no solo a nivel clínico sino también a nivel económico. La prevención ha sido tradicionalmente una estrategia infravalorada en comparación con la terapia. Desde una perspectiva de salud pública, prevenir una enfermedad es mucho más rentable que tratarla. El concepto de enfermedad se desplaza desde una entidad que se trata a posteriori hacia una condición que puede evitarse o revertirse empleando para ello diferentes instrumentos, algunos de los cuales se citan a continuación:
Instrumentos empleados en la prevención |
Vacunas |
Cribados y Diagnóstico Precoz |
Predicción genética y medicina Personalizada |
Salud Digital, Datos e IA |
Vacunas
Los programas de vacunación preventiva han demostrado reducir drásticamente la carga de enfermedades infecciosas, lo que se traduce en menos hospitalizaciones, menos días de baja laboral y, en última instancia, menos muertes. Desde la implementación de campañas de vacunación masiva contra enfermedades infecciosas como la polio, el sarampión o la hepatitis B, hemos aprendido que prevenir salva millones de vidas y reduce significativamente los costes sanitarios. En este contexto, las vacunas representan uno de los instrumentos más eficaces para lograr este objetivo.
Sin embargo, aunque la mayoría de las vacunas conocidas están dirigidas a infecciones, existen ejemplos exitosos de vacunas que reducen la incidencia de cáncer por prevenir la infección por virus oncológicos. La vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), por ejemplo, ha demostrado ser altamente efectiva en la prevención del cáncer de cuello uterino, así como de otros cánceres orales, anales y genitales relacionados con el VPH. De forma similar, la vacuna contra la hepatitis B ha contribuido a la reducción del cáncer de hígado en zonas con alta prevalencia del virus. Estas experiencias nos han enseñado que ciertos cánceres pueden prevenirse indirectamente si se logra evitar las infecciones virales asociadas.
Pero ahora la frontera se expande hacia una meta aún más ambiciosa: diseñar vacunas que actúen directamente sobre células tumorales o mecanismos oncogénicos sin necesidad de un agente infeccioso intermedio. En este caso las vacunas se dirigen a pacientes que ya han sido diagnosticados con cáncer. A diferencia de las vacunas profilácticas, estas buscan enseñar al sistema inmunitario a reconocer antígenos tumorales específicos, desencadenando una respuesta celular capaz de eliminar las células malignas y devolver al paciente a un estado saludable. Entre los casos más avanzados se encuentra la vacuna terapéutica utilizando ARNm desarrollada por BioNTech para tratar el melanoma avanzado. Otro ejemplo es el de Moderna, que colabora con Merck para desarrollar vacunas de ARNm contra varios tipos de cáncer. Estas iniciativas demuestran que el modelo exitoso de las vacunas de ARNm contra la COVID-19 puede trasladarse al cáncer, aunque con una complejidad mucho mayor.
Cribados y diagnostico precoz
Otro pilar de la medicina preventiva son los programas de cribado. Estas intervenciones, dirigidas a grandes grupos de población asintomáticas, permiten detectar enfermedades en fases tempranas, cuando son más tratables e incluso curables. En este caso se emplean principalmente sistemas de IVD (in vitro diagnostico) como en el caso del test de sangre oculta en heces que conjuntamente con la colonoscopia se emplean para la detección del cáncer colorrectal, también sistemas de diagnóstico como la mamografía para la detección del cáncer de mama u bien la identificación del VPH (virus del papiloma humano) en una citología para detectar el cáncer de cuello de útero.
Estos son claros ejemplos de cómo la detección precoz logra reducir la mortalidad asociada a estos cánceres en porcentajes significativos y que son hoy parte fundamental de la estrategia sanitaria pública.
Predicción genética y medicina Personalizada
La prevención también ha dado un salto cualitativo gracias al desarrollo de la medicina personalizada. A través del análisis genético, es posible identificar personas con alto riesgo de padecer determinadas enfermedades, como cáncer de mama hereditario (mutaciones BRCA1 y BRCA2), enfermedades cardiovasculares o enfermedades raras. Con esta información, se pueden diseñar estrategias preventivas personalizadas, que incluyen desde controles médicos más frecuentes hasta la adopción de tratamientos preventivos o incluso cirugías profilácticas. El enfoque predictivo y adaptado al perfil genómico del paciente representa un avance crucial hacia una prevención más eficaz y dirigida.
Salud digital y monitorización remota, con la participación de la IA
Por último, hay que indicar el papel clave que está jugando la digitalización en la transición hacia la prevención. Aplicaciones móviles, dispositivos portátiles (wearables) y plataformas de salud digital permiten monitorizar constantemente parámetros de salud como la presión arterial, el ritmo cardíaco, el sueño o los niveles de glucosa. Esta recogida masiva de datos genera una información valiosísima que, por su volumen y complejidad, requiere de tecnologías avanzadas para su análisis eficaz. En este contexto, la inteligencia artificial se convierte en una herramienta clave. Mediante algoritmos de aprendizaje automático (machine learning) y aprendizaje profundo (deep learning), la IA es capaz de identificar patrones ocultos, correlaciones complejas que pueden ser empleados para realizar predicciones sobre el riesgo futuro de desarrollar enfermedades como patologías cardiovasculares, diabetes o trastornos neurodegenerativos, incluso antes de que se manifiesten clínicamente. De este modo, la salud digital, apoyada en la inteligencia artificial, está revolucionando la relación entre pacientes y profesionales sanitarios, y convirtiéndose en un pilar esencial para anticiparse a la enfermedad y mejorar los resultados en salud
El actual siglo XXI se recordará por el paso de una medicina centrada en el tratamiento hacia una orientada a la prevención. Las vacunas, los programas de cribado, la genética predictiva y la salud digital son herramientas que, combinadas con estilos de vida saludables, están revolucionando el modo en que nos enfrentamos a la enfermedad. A medida que ciencia y tecnología convergen, las barreras entre prevención y terapia se diluyen, permitiendo enfoques híbridos que previenen, tratan y curan de forma simultánea. Nos encontramos, por tanto, en la antesala de una revolución médica en la que prevenir será tan estratégico como curar.