11 Dic La necesidad de fomentar el espíritu emprendedor entre los jóvenes

Artículo de Ariadna Teixidó – Consultora y Responsable de Comunicación de GENESIS Biomed
• El emprendimiento juvenil surge como una respuesta natural a un entorno cambiante, donde los jóvenes buscan transformar ideas en soluciones reales y afrontar los desafíos sociales con creatividad, iniciativa y propósito.
• El sistema educativo aún muestra carencias en cultura emprendedora, tanto en escuelas como en universidades.
• España mantiene tasas de emprendimiento más bajas que otros países, condicionadas por barreras estructurales como la complejidad administrativa, la falta de apoyo y el difícil acceso a financiación.
• Sectores de alto riesgo como la biotecnología requieren apoyo específico, debido a los elevados costes, los largos plazos y la alta incertidumbre científica que afrontan los emprendedores.
En un contexto global en el que la innovación se ha convertido en motor de progreso, el fomento del espíritu emprendedor entre los jóvenes no es solo una oportunidad económica, sino una necesidad social. Innovar significa atreverse a mirar la realidad con otros ojos, cuestionar lo establecido y buscar soluciones creativas a los desafíos del presente. En este sentido, el emprendimiento actúa como el puente entre la imaginación y la acción, transformando las ideas en proyectos con impacto real.
Fomentar el espíritu emprendedor entre los jóvenes no significa únicamente formar a futuros empresarios, sino cultivar una actitud basada en la iniciativa, la curiosidad y la capacidad de convertir los retos en oportunidades. Los jóvenes de hoy crecen en un entorno cambiante, interconectado y lleno de posibilidades. Buscan proyectos con propósito, que respondan a desafíos reales y que aporten valor a la sociedad. Para ellos, emprender no es solo crear una empresa, sino generar un cambio: transformar una inquietud en una propuesta útil, un problema en una solución o una idea en un proyecto que inspire a otros.
En este escenario, la educación y el acompañamiento adquieren un papel esencial. Fomentar la cultura emprendedora desde edades tempranas supone ofrecer herramientas que desarrollen la creatividad, el pensamiento crítico y la capacidad de trabajar en equipo. También implica enseñar a gestionar la incertidumbre y asumir riesgos de forma responsable, aprendiendo de cada experiencia.
Para que esta mentalidad pueda consolidarse, es necesario un entorno educativo que la potencie y la respalde. Las aulas deben ser espacios donde se valore la imaginación tanto como el conocimiento, y donde los jóvenes puedan experimentar, equivocarse y aprender haciendo. En la universidad ocurre algo similar: aunque cada vez hay más iniciativas y centros de innovación, el impulso llega tarde. Muchos estudiantes solo entran en contacto con el emprendimiento a través de másteres especializados o programas de posgrado que intentan corregir una falta de formación de base. Contar con mentores, formación práctica y entornos colaborativos no solo impulsa la innovación, sino que fortalece la confianza de los jóvenes en su propio potencial.
A esta realidad educativa se suma un mercado laboral que influye directamente en las decisiones de los jóvenes. En España, el desempleo juvenil continúa siendo estructuralmente elevado, pero la aspiración mayoritaria sigue siendo acceder a un empleo estable. Esta preferencia por la estabilidad y la seguridad económica dificulta que el emprendimiento se perciba como una opción profesional real, situándolo a menudo como una alternativa secundaria o de mayor riesgo. Esto se ve traducido en que España mantiene tasas de emprendimiento juvenil más bajas que otros países de su entorno. Si bien cada año nacen miles de nuevos proyectos, muchos no llegan a consolidarse más allá de los primeros años de vida. Las estadísticas muestran un alto índice de abandono, motivado además por barreras estructurales y por la falta de un entorno que facilite realmente emprender.
Entre las barreras más señaladas se encuentran la falta de políticas que realmente favorezcan la creación de nuevas empresas, así como la complejidad administrativa que afronta cualquier persona que decide emprender. Iniciar un nuevo proyecto implica trámites largos, costes elevados y una gran inversión de tiempo que desincentiva especialmente a los jóvenes. Además, los programas de apoyo al emprendimiento juvenil que existen se encuentran fragmentados entre comunidades autónomas, ayuntamientos, cámaras de comercio y organismos estatales. Esta dispersión dificulta que los jóvenes identifiquen con claridad los recursos disponibles y sigan un itinerario coherente desde la idea hasta la consolidación del proyecto. Falta un modelo integral, homogéneo y escalable que unifique criterios, simplifique procesos y facilite un camino claro para quienes deciden emprender.
En sectores como la biotecnología, estas barreras se multiplican. El emprendimiento en biotech es especialmente complejo porque los plazos son largos, los costes de desarrollo son elevados y la tasa de fracaso es alta. La ciencia no siempre ofrece los resultados esperados, y la validación experimental implica riesgos que no dependen solo del esfuerzo del emprendedor. Muchos proyectos con gran potencial no llegan a avanzar porque el coste económico de mantenerlos supera la capacidad de sus fundadores. Por eso, en este ámbito es aún más importante disponer de mecanismos de apoyo sólidos que permitan asumir el riesgo sin que ello se convierta en una carga económica inasumible.
A continuación, se presenta un resumen de los principales factores que frenan el emprendimiento juvenil y que es necesario abordar de manera prioritaria.
| Aspectos clave que frenan el emprendimiento juvenil en España |
| Sistema educativo con carencias en cultura emprendedora, especialmente en etapas obligatorias y universitarias. |
| Elevada percepción del riesgo y el fracaso. Preferencias laborales orientadas a la estabilidad. |
| Existen barreras estructurales: trámites complejos, falta de apoyo administrativo y limitado acceso a financiación. |
| Programas de apoyo públicos fragmentados en la CCAA. |
El reto ahora es colectivo: instituciones, empresas, universidades y sociedad deben comprometerse a construir un entorno que facilite y acelere la creación de nuevos proyectos. Impulsar una cultura emprendedora pasa por reducir barreras, simplificar procesos y ofrecer herramientas que permitan a los jóvenes transformar sus ideas en iniciativas viables.
Es importante recordar que el emprendimiento de la gente joven constituye uno de los motores fundamentales de la economía del futuro, al impulsar la innovación, la creación de empleo de calidad y la modernización del tejido productivo. Además, las iniciativas empresariales lideradas por jóvenes contribuyen de forma decisiva al desarrollo social, favoreciendo la movilidad intergeneracional, la inclusión y la generación de nuevas oportunidades en los territorios. Por ello, resulta imprescindible eliminar estas barreras para aprovechar plenamente el potencial emprendedor de este sector de la población, que representa el pilar del desarrollo económico y social de cualquier país.